Graciela
Beatriz Cabal: Barracas, Buenos Aires, 11 de noviembre de 1939. Escritora
argentina de literatura infantil y juvenil. También se destacó como periodista,
docente y editora. Se desempeñó como maestra. Es egresada de la UBA, de la carrera de Letras.
Trabajó en la editorial Centro Editor de América Latina, como Secretaria de
Redacción de numerosas colecciones de la misma. También realizó labores de guionista,
por ejemplo en el ciclo Argentina Secreta.
CUENTOS:
*La
señora Planchita
*Gatos
eran los de antes
*S.O.S
Planeta en peligro
*Un
salto al vacío
*Historias
para nenas y perritos
*Cosquillas
en el ombligo
*Cuentos
con brujas
*Cuentos
de miedo, de amor y de risa
*Tomasito
*Tomasito
y las palabras
*Tomasito
cumple dos
*Miedo
Miedo
Había una vez un
chico que tenía miedo.
Miedo a la
oscuridad, porque en la oscuridad crecen los monstruos.
Miedo a los ruidos
fuertes, porque los ruidos fuertes te hacen agujeros en las orejas.
Miedo a las
personas altas, porque te aprietan para darte besos.
Miedo a las
personas bajitas, porque te empujan para arrancarte los juguetes.
Mucho miedo tenía
ese chico.
Entonces, la mamá
lo Ilevó aI doctor.
Y el doctor le
recetó al chico un jarabe para no tener miedo (amargo era el jarabe).
Pero al papá le
pareció que mejor que el jarabe era un buen reto:
-iBasta de andar
teniendo miedo, vos!- le dijo -. ¡Yo nunca tuve miedo cuando era chico!
Pero al tío le
pareció que mejor que el jarabe y el reto era una linda burla:
-¡ La nena tiene
miedo, la nena tiene miedo!
El chico seguía
teniendo miedo. Miedo a la oscuridad, a los ruidos fuertes, a las personas
altas, a las personas bajitas.
Y también a los
jarabes amargos, a los retos y a las burlas.
Mucho miedo seguía
teniendo ese chico.
Un día el chico
fue a la plaza. Con miedo fue, para darle el gusto a la mamá.
Llena de personas
bajitas estaba la plaza. Y de persona altas.
El chico se sentó
en un banco, al lado de la mamá.
Y fue ahí que vio
a una persona bajita pero un poco alta que le estaba pegando a un perro con una
rama.
Blanco y negro era
el perro. Con manchitas.
Muy flaco y muy
sucio estaba el perro.
Y al chico le
agarró una cosa acá, en el medio del ombligo.
Y entonces se
levantó del banco y se fue al lado del perro. Y se quedó parado, sin saber qué
hacer. Muerto de miedo se quedó.
La persona alta
pero un poco bajita lo miró al chico. Y después dijo algo y se fue.
Y el chico volvió
al banco.
Y el perro lo
siguió al chico. Y se sentó al lado.
-No es de nadie-
dijo el chico -.¿lo Ilevamos?
-No- dijo la mamá.
-Sí- dijo el chico
-. Lo Ilevamos.
En la casa la mamá
lo bañó al perro.
Pero el perro
tenía hambre.
El chico le dio
leche y un poco de polenta del mediodía.
Pero el perro
seguía teniendo hambre. Mucha hambre tenía ese perro.
Entonces el perro
fue y se comió todos los monstruos que estaban en la oscuridad, y todos los
ruidos fuertes que hacen agujeros en las orejas. Y como todavía tenía hambre
también se comió el jarabe amargo del doctor, los retos del papá, las burlas
del tío, los besos de las personas altas y los empujones de las personas
bajitas.
Con la panza bien
rellena, el perro se fue a dormir.
Debajo de la cama
del chico se fue a dormir, por si quedaba algún monstruo.
Ahora el chico que
tenía miedo no tiene más miedo.
Tiene perro.