jueves, 24 de octubre de 2013

María Laura Devetach


María Laura Devetach es una reconocida escritora, poeta, narradora y docente Argentina. Se dedica especialmente al público infantil. También ha escrito obras teatrales y libretos para radio y televisión. Ha ejercido la docencia a nivel primario, secundario, terciario y universitario. Ha sido, junto a escritores argentinos como María Elena Walsh, Graciela Montes, Ema Wolf, Ricardo Mariño o Elsa Bornemann, precursora de la literatura infantil como literatura en sí misma, más allá de ser material educativo. Sus libros estuvieron prohibidos durante la dictadura militar que gobernó el país entre 1967 y 1983





Cuentos: 

  • "La torre de cubos"
  • "Monigote en la arena"
  •  "El ratón que quería comerse la luna" 
  • "¿Quién se sentó sobre mi dedo?" 
  • "Del otro lado del mundo" 
  • "Cuentos que no son cuento" 
  • "El garbanzo peligroso"



“Un garbanzo peligroso”


Un día un garbanzo peligroso se cayó de la cama. Hizo "kec" y despertó a la pulga que vivía sobre el gato.
La pulga hizo "bú" y despertó al gato que se colgó de la soga de la campana. La campana hizo "clin clon" y despertó a las palomas azules.
Las palomas hicieron "rucucú" y despertaron a las gallinas. Las gallinas hicieron "cloqui" y despertaron a tía Sidonia para que les diera maíz.
Tía Sidonia hizo "muaaa" y despertó al ratón que duerme en su zapato.
Y el ratón tropezó con un garbanzo peligroso que estaba debajo de la cama.
- Kiii -dijo el ratón, y salió volando a contar a todos que bajo la cama había un garbanzo peligroso que seguramente estaba por explotar como una bomba.
La pulga del gato, el gato, las palomas, las gallinas y tía Sidonia salieron corriendo de la casa y se sentaron en la vereda de enfrente a esperar que el garbanzo peligroso hiciera buuum.
Pero el garbanzo se había dormido debajo de la cama con un sueño chiquito y redondo.
Como tía Sidonia estaba cansada de esperar, tapándose los oídos, tomó una jaula y una escoba y valientemente fue a cazar al garbanzo peligroso. Y lo cazó. Y lo encerró en la jaula. - Un garbanzo peligroso debe ser enterrado - dijo el gato. Cavó apuradísimo un pocito y allí fue a parar el pozo con la patas y las palomas con el pico.
Pero entonces el garbanzo peligroso empezó a cantar como cantan los garbanzos cuando están bajo tierra.
Y cantando se puso a brotar y a crecer.
Llenó el patio de hojitas, de ramas que parecían serpentinas, de flores y de vainas llenas de garbanzos peligrosos, redondos, redondos, que ahora sirven a los chicos para contar en la escuela y para jugar a las bolitas.







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