David McKee
Es un escritor de literatura infantil e ilustrador británico. Nació en 1935 en Devon (Reino Unido).
Cuando era estudiante en Plymouth College of Art and Design, comenzó a dibujar caricaturas y trabajó para una revista y un periódico, luego se hizo famoso como dibujante independiente.
Su primer libro "La historia de Tucán" fue publicado en 1964. Sus numerosos libros ilustrados para niños es un éxito y se han publicado en más de 20 países.
El personaje más famoso y más exitoso es: "Elmer, el elefante a cuadros", inspirado en la obra del pintor alemán, Paul Klee. El libro ilustrado fue publicado en Inglaterra en 1969 y fue desarrollado por el profesor alemán Hans-Georg Lenzen traducida de su propia idioma alemán.
Obras del autor:
- El mago y el hechicero
- Ahora no, Bernardo
- Dos monstruos
- Elmer
- Elmer y Wilbur
- Elmer en la nieve
- Elmer y el viento se llevó
- Elmer y el extraño
- Elmer y la mariposa
- Elmer juega al escondite
- La historia de Tucán
- La triste historia de Verónica
- Los dos almirantes
- Negros y blancos
ELMER
Había una vez una manada
de elefantes. Elefantes jóvenes, elefantes viejos, elefantes altos o gordos o delgados.
Elefantes como éste, como ése o como aquel otro, todos diferentes pero todos
felices y del mismo color. Todos excepto Elmer.
Elmer era diferente.
Elmer era de retazos. Elmer era amarillo; y anaranjado; y rojo; y rosado; y
morado; y azul; y verde; y negro; y blanco. Elmer no era de color elefante.
Era Elmer quien mantenía
felices a los elefantes, algunas veces ellos le hacían bromas a él. Pero si
había incluso una pequeña sonrisa, usualmente era Elmer quien la provocaba.
Una noche Elmer no pudo
dormir por estar pensando, y lo que pensaba era que estaba cansado de ser
diferente. <¿Quién ha oído hablar de un elefante de retazos?>, pensó.
<Con razón se ríen de mí>. En la mañana, antes de que los demás
estuvieran completamente despiertos, Elmer se escabulló en silencio, sin que
nadie lo notara.
Mientras caminaba por la
selva, Elmer se encontró con los demás animales.
Ellos siempre le decían:
-
Buenos
días, Elmer.
Y cada vez Elmer sonreía
y respondía:
-
Buenos
días.
Después de una larga
caminata, Elmer encontró lo que estaba buscando: una gran arbusto cubierto de
bayas, un gran arbusto cubierto de bayas de color elefante. Elmer sujetó con
fuerza el arbusto y lo sacudió y lo sacudió hasta que las bayas cayeron al
suelo.
Una vez que el suelo se
cubrió de bayas, Elmer se acostó y se revolcó por todas partes, de aquí para
allá, una y otra vez. Luego, recogió puñados de bayas y se frotó con ellas por
todas partes, cubriéndose con su jugo, hasta que no hubo ya rastro alguno de amarillo,
o anaranjado, o rojo, o rosado, o morado, o azul, o verde, o negro, o blanco.
Cuando terminó, Elmer se veía como cualquier otro elefante.
Luego, Elmer partió de
regreso a la manada. En el camino se encontró de nuevo con los otros animales.
Esta vez cada uno le
decía:
-
Bueno
días, elefante.
Y cada vez Elmer sonreía
y respondía:
-
Buenos
días- satisfecho porque no lo reconocían.
Cuando Elmer se reunió
con los demás elefantes todos estaban reposando tranquilamente. Ninguno de ellos
vio a Elmer regresar al centro de la manada.
Después de un rato, Elmer
sintió que algo andaba mal. Pero, ¿Qué era? Miró a su alrededor: la misma
selva, el mismo cielo brillante, el mismo nubarrón que de vez en cuando
aparecía y, por último, los mismos elefantes de siempre. Elmer los miró.
Los elefantes estaban
absolutamente quietos. Elmer nunca los había visto tan serios. Mientras más
miraba a esos elefantes serios, silenciosos y quietos, más ganas le daban de
reír. Finalmente no pudo aguantar más. Levantó su trompa y, tan fuerte como
pudo, gritó:
¡ BUUUUUUUU!
Los elefantes saltaron y
cayeron por todas partes, sorprendidos.
-
¡Santo
cielo!- dijeron. Luego vieron a Elmer riendo sin consuelo.
-
Elmer
- dijeron-. Debe ser Elmer. Entonces todos rieron como nunca habías rieron
antes.
Mientras reían, el
nubarrón se estremeció, y cuando la lluvia cayó sobre Elmer sus trozos
empezaron a verse de nuevo. Los elefantes seguían riendo mientras Elmer
regresaba a la normalidad.
-
¡Elmer!
– exclamó un viejo elefante-. Siempre nos has jugado buenas bromas, pero esta
es la mejor de todas. No te tomó mucho tiempo mostrar tus verdaderos colores.
-
Debemos
celebrar este día cada año- dijo otro elefante -. Será el día de Elmer. Todos
los elefantes deberían pintarse y Elmer se pintará de color elefante.
Y eso es exactamente lo
que los elefantes hacen: un día al año se disfrazan y salen a desfilar. Si ese
día llegaras a ver un elefante de color elefante, sabrás que se trata de Elmer.
Hermoso cuento¡¡
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